15 de marzo de 2014

M.

Lines and Curves by idoazul
Lines and Curves, a photo by idoazul on Flickr.
Andaba, andaba y no paraba. Nunca tenía claro si andaba en línea recta como las semanas o en círculos como un reloj. Daba vueltas y más vueltas pero nunca llegaba al mismo sitio, pero nunca salía de ese punto.

Doblaba a la derecha por las calles de piedra empinadas camino a la casa del artista. Sabía que no lo vería, pero podría ver su obra. Podría ver los colores sobre el frío cemento, sobre el polvoriento y viejo ladrillo. Podría escuchar las palmas de fondo, los cantores, las guitarras. Los gritos de la muerte que todavía rondaba en su cabeza. Los coros del ruido que todo lo inundaba. Ruido.

Comenzó a caminar muchos años atrás. Comenzó sin saber a dónde ir. Un día de invierno lo parieron y así se convirtió en uno más, uno más de los miles de millones que yerran por el mundo caminando, unas veces en línea recta, otras en círculos. Unas veces conscientes de la dirección y otras sin saber qué ocurrirá. Nunca tomaba decisiones sobre qué camino elegir, se dejaba llevar por algo que nunca entendió bien qué era, pero le hacía caso. Quizá eso sea la fe.

Pasó por múltiples calles, callejones, veredas de ríos, campos yermos y asfaltos de todos los tipos e idiomas. Recordaba ahora un paseo que le llevó a conocer a M. Caminó con él durante mucho tiempo. Compartieron risas y preocupaciones, compartieron vuelos altos y bajos. Descubrían juntos los límites de la locura, los límites de la adolescencia, ese punto en el que todo termina de estructurarse por dentro, ese punto en el que la sociedad comienza a cobrar su derecho de pernada. Ya vas siendo un hombre y has de aportar, has de devolver a tu tribu lo que te han entregado para que llegues hasta aquí.

M nunca soportó la presión, calló y cayó cada vez más bajo. La luz de su mirada y la brillantez de su cerebro se fueron volviendo oscuros y retorcidos, su apellido fue pesando cada vez más y, al final, renegó de todo. Renegar de todo es comenzar por renegar de uno mismo, creerse inferior al resto como si hubiese escalas, como si hubiese norte y sur en los puntos cardinales del ser humano. Esquizofrénicamente comenzó a odiar lo de fuera y a quedarse dentro, a oscuras en su mente, a oscuras en su inteligencia. El odio contra un enemigo ficticio fue haciéndose cada vez más grande, nunca lo aplacó pues nunca pudo enfrentarse a ese enemigo que no existía. Confundió la vida con su enemigo. Confundió crecer con demostrar. Confundimos caminos y no supo rectificar.

Ahora que andaba por calles similares se acordaba de M. Nunca más supo de él. Nunca más se vieron y cada cual siguió su camino, cada cual siguió andando. Uno en círculos el otro en línea recta y ninguno con rumbo. Se acordaba ahora de lo bueno que M. era resolviendo ecuaciones, derivando o integrando. Su capacidad matemática era por encima de la media. Su capacidad de entendimiento era por encima de la media, pero nunca llegó a comprender nada, como los grandes genios.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre puedes volver, y buscar a M., que quizás esté pensando lo mismo y no sepa donde buscar. Quizás así no volváis a tener caminos rectos o en círculos, y sí encontréis la estela de un rumbo. Y si no fuera el caso, siempre te quedará el buen sabor de otra buena e inteligente charla.
B.

Anónimo dijo...

sí, se le echa de menos.
T.