16 de diciembre de 2010

Retrovisor




Conducir por el tortuoso camino de la vida mirando por el retrovisor es un claro síntoma de lentitud mental, queda claro pues que si uno no es capaz de asimilar la vida en tiempo real, mirando a través de la luna delantera mientras conduce, tendrá que asimilar la vida en retrospectiva, mirando hacia atrás y tratando de entender en diferido.


Conducir por el tortuoso camino de la vida mirando por el retrovisor es un claro síntoma de añoranza. Buscar en el pasado un refugio donde capear el presente; ese presente casi siempre extraño, huraño y escurridizo.


Conducir por el tortuoso camino de la vida mirando por el retrovisor es un claro síntoma de ceguera provocada, de que mirar hacia delante es absurdo, pues el camino nunca se muestra y el futuro es incierto, tan incierto como puede llegar a serlo el pasado.


Quizá el comenzar a utilizar el retrovisor es un síntoma de edad, de madurez. Quizá el intentar entender las cosas mirando hacia atrás sea una completa estupidez, pues los paisajes que se pintaron en el pasado los soñó otra persona, los proyecto otra mente que ahora busca su reflejo en el presente.


Quizá cuando más camino se recorre más se utiliza el retrovisor. Quizá cuando más se utiliza el retrovisor más riesgo se corre de perder el rumbo, de perder el presente, de perderse en la niebla de la confusión. Quizá los puntos de la vida sólo pueden unirse mirando hacia atrás. Quizá mirar hacia atrás es caminar con más seguridad hacia la incertidumbre del futuro ¿para qué mirar hacia delante si, en realidad el camino nunca se ve?


Quizá intentar entender el presente es como intentar memorizar cada detalle del camino, cada trazo de realidad, cada mota de polvo que remueve el bólido que conduces a siempre más de lo permito pero menos de lo exigido, devorando kilómetros de tiempo en cada parpadeo, devorando toneladas de entendimiento en cada curva, desvelando las noches con sus penetrantes faros, dejando sus huellas en el camino, en la memoria que es donde habita el eterno presente.


Quizá no se puede construir un presente sin entender el pasado.

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24 de marzo de 2010

Amor


Puedes llevar viendo a una persona toda la vida y aun así, no haberla visto jamás.

En tu caso, nunca sabré cómo eres en nuestro plano de realidad, cómo serías si no tuvieses tu enfermedad, enfermedad que por otra parte es la que hace que seas tú, que seas único, especial, genial.

Creo que sólo una vez te vi, sólo una vez tus ojos se mostraron transparentes, limpios y directos en el plano real, por desgracia la realidad superó a la ficción, como un pájaro que se escapa de su jaula sabiendo que volverá a ella, a su protección. ¡jamás vi unos ojos tan hinchados de llorar! Jamás vi unos ojos tan llenos de amor, y es que muchas veces pienso que tu verdadera enfermedad no es otra que el exceso de amor.