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El exceso de energías conjugado con la falta de motivaciones. El esperar de fuera lo que ha de nacer dentro. El sentirse anclado por varios costados, anclado a vidas ajenas -y a la vez cercanas-, anclado al miedo, anclado a tus propios sueños, anclado a no soñar; a no saber qué es lo que te gusta, qué es lo que quieres, a no saber cómo conseguir lo que quieres, si es que lo sabes; si es que lo quieres.
Saber pegar el volantazo que te saque del camino, no es fácil. Saber que tienes que pegarlo porque el camino se acaba, porque ya no te lleva a ninguna parte, no es fácil. Saber qué es lo que te gusta y no poder hacerlo, no es fácil. Saber que nada te gusta, que nada te motiva, es duro, muy duro.
Como una silueta al atardecer, tu imagen puede ser fuerte y segura. Como en una silueta al atardecer, tu cara no se puede ver, tu ánimo no se puede saber, y cuanto más tardes en pegar el volantazo, menos luz le quedará a tus días, y poco a poco, te dejaremos de ver.
Grito por dentro; por fuera me hago el remolón.
Me pongo a güevo, entre la espada y la pared.
Grito por dentro; por fuera no me oigo ni yo.
No pasa nada: se nos arrima el buen humor.
(Extremoduro, pedrá)