3 de julio de 2007

Futuro


El hecho de que la niña sea morena o de que el niño lleve un jerey a rayas son elementos, en principio, arbitrarios. Lo que es evidente que no es arbitrario es el hecho de que la bici en la que están montados tenga alas, como tampoco es fruto de un capricho casual el que la niña mire a través de un catalejo. En este graffiti de El Niño, lo que veo es un sueño. Veo unas alas para cojer altura y poder ver así la vida desde una perspectiva distinta, una perspectiva necesaria para poder imaginar más allá del presente, y con ayuda del catalejo, poder ensoñar un futuro que nos traiga esa sonrisa y esa mirada que tiene el niño, que nos traiga ese optimismo infantil.

Creo que hay gente que cuando se queda en reposo, en standby, con la mirada perdida en su propia mente, lo que hace es imaginar un futuro a la medida de sus ilusiones, a la medida de lo que le gustaría que fuese su vida. Es un momento agradable que permite relajar la mente y darle esperanza a la vida.

Hay otro tipo de personas muy parecidas a las anteriores. Igualmente, cuando se quedan absortos del entorno y concentran toda su atención en su propia imaginación, proyectan en su mente un futuro ideal, pero, a diferencia de los anteriores, basan este futuro en una evolución lógica de su momento actual, es decir, tienen en cuenta el presente para conformar su futuro ideal.

Existe otro tipo de soñadores quizá más peculiar; se trata de aquellos que lo que hacen es recordar momentos ya vividos, momentos del pasado, y transformar los hechos que acontecieron en los hechos que les hubiese gustado que aconteciesen, es decir, recordar los momentos de su vida como les hubiese gustado que hubiesen pasado.

Quizá cada uno de nosotros tengamos dentro miles de tipos de soñadores, y según el estado de ánimo del momento proyectemos nuestros anhelos de una u otra manera. Quizá estos diferentes tipos de ensoñaciones son parte de los miles de ingredientes que conforman el carácter de cada uno. Quizá los melancólicos tienden a soñar, de forma mayoritaria, de una manera determinada,. Quizá los optimistas de otra. Los nostálgicos a la suya propia. Quizá los pesimistas nunca sueñen.


1 de julio de 2007

Sin fronteras

Seguramente cada día una ciudad, un país y una vida diferente. Seguramente caras distintas, costumbres distintas y distintos tipos de públicos, en algunos casos distintos tipos de monedas en la gorra. Distintos estados de ánimo con distintos remedios locales.

Andar por el mundo con un pentagrama como camino, un acordeón como forma de ganarse la vida y un compañero para mitigar la fatiga, es una forma de vida en la que muchos de nosotros sucumbiríamos en la desesperación al tercer día. Acostumbrados a un salario, a una casa y unas rutinas establecidas. Acostumbrados a tener como meta la estabilidad del mundo que nos rodea e, igualmente, acostumbrados a que se nos hinche el ego cuando vemos lo que tenemos y lo comparamos con lo que otros tienen.

Efectivamente, yo tengo un ordenador y una casa, ellos no tienen fronteras.

Vejez

Si en vez de "Vejez" hubiese puesto como título "Viejas" seguro que a alguien le hubiese sonado duro, incluso mal, lo que puede ser comprensible desde la perspectiva moderna y cosmopolita que muchos tenemos del mundo, pero en realidad estas dos fotos lo que retratan es a sendas viejas.

La primera del Levante español, la segunda del interior Castellano Leonés. La primera acostumbrada a la gente y el bullicio turístico de esas regiones. La segunda mira con curiosidad a los forasteros. La primera seguro que tiende dentro de casa, en una ventana o en el propio baño la ropa limpia. La segunda, tiende fuera de casa, a pie de carretera/camino.

¿Se habrán cruzado alguna vez en la vida estas dos señoras?