12 de enero de 2007

El Faro de Cullera

Como si de una pequeña aldea gala se tratase, el Faro de Cullera se ha convertido con los años en un pequeño reducto que, sin ser ni mucho menos ajeno, resistió durante años la brutal industria inmobiliaria de este país. Digo sin ser ajeno pues situado a 4 kilómetros de Cullera y a 40 de Valencia, es imposible que no tenga construcciones propias de los "booms" inmobiliarios de los que acaece este país.

El caso es que para mi, y para un buen número de personas, se ha convertido en muchas ocasiones en un refugio en el que descansar y hacer limpieza en el destartalado trastero de nuestras mentes. Lugar en el que, como si de un huerto de la amistad se tratase, han ido surgiendo muchos amigos que ya no se van, historias bonitas, gente con la que caminar y la única persona a la que he amado de verdad.

Todo esto viene al caso, no porque me esté metiendo lingotazos de mimosín, sino por subir unas fotos dedicadas a toda la gente de allí y en especial a Inma, que como ya escribió en un hilo anterior, desde la vecina Francia echa de menos la luz de su tierra (que por otra parte ve más bien poco...). Así pues, como sé que últimamente le estás dando al mimosín "on the rock's" y ya que te pasaste por aquí, subo estas fotos y de paso te digo que ya me llegan tus email's. Que como siempre, sin no contesto rápido es por la constante pelea que mantenemos desde hace unos meses el tiempo y yo.

¿Cómo se podría fotografiar el tiempo?



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Todas tomadas desde el mismo punto.





7 de enero de 2007

Aparte, en silencio

Sigo pensando que es más interesante escuchar que hablar, es más interesante observar y aprender, verse detrás del objetivo fotografiando todo aquello que la vida te va poniendo delante a modo de platos de comida que unas veces devoramos, otras ignoramos y otras hasta vomitamos.

Creo que todo suma, todo ocurre por un por qué, lo bueno, lo malo, lo indiferente. Quizá todo sean piezas de un gran puzzle que nunca llegamos a terminar, pues es él quien termina con nosotros, siempre gana la muerte… ¿o detrás de ella siempre se vuelve a vengar la vida?

Sea como fuere, callado se está cuando se besa, cuando se hace el amor de verdad y cuando se piensa; sea como fuere, si la palabra es el alimento de la boca en vez de serlo de la mente, probablemente sean palabras vacías, como los platos de los ignorantes, los ruidosos.

Se dice, habitualmente, que se mira al infinito cuando uno está abstraido en sus pensamientos, absorto en sus sensaciones o divagaciones internas; los ojos, durante esos momentos, no enfocan sobre ningún punto, es su modo de silenciarse, de no hacer ruido. No molestan al cerebro proyectando sobre el los ruidos del mundo, desconectan, se retraen y todo se concentra en un punto indeterminado de tus pensamientos, en un sin fin de corrientes, en el infinito. Entonces surge la duda, ¿está dentro o fuera la realidad?, qué tiene más valor, más credibilidad, lo que tus ojos proyectan sobre el cerebro o lo que este proyecta sobre los ojos. ¿Dónde encaja cada uno, de cual me fío?

Y si no te puedes fiar de ninguno de ellos ¿cómo se continúa?