10 de diciembre de 2008

Pesada carga




Imagíname solo, en medio de la inmensidad del océano,
flotando en la más absoluta soledad, rodeado de miles de kilómetros de agua en todas direcciones
un silencio de millones de toneladas sobre mi,
imagina el cosquilleo en el estomago cuando de pronto escucho cientos de ballenas cantando a mi alrededor
imagina el vértigo, la sensación de estar frente a algo totalmente desconocido,
en un medio que no es el tuyo y rodeado de algo totalmente inabarcable.

Imagina que eres capaz de controlar tus emociones en una situación en la que todo el océano se echa sobre ti
imagina que encuentro tu corazón, que todo lo que había que hacer para hallarlo era buscar dentro de la mochila que se movía sola. Abrí la mochila y encontré otra dentro y dentro de esta otra que a su vez contenía la última de las cuatro mochilas, sangrante y palpitante, con tu corazón dentro.

Ahora, tras este hallazgo, fui capaz de darme cuenta que tus manos eran de plástico, tus gestos de metal y de golpe,
el océano entero se evaporó, las ballenas comenzaron a volar y ahora, que ya se cómo eres, soy capaz de comprender que todo lo que hacías lo hacías con tu corazón dentro de cuatro mochilas, bien cerradas unas dentro de las otras y colgadas a la espalda, pues hoy es más fácil sobrevivir con la cabeza por delante y el corazón por detrás, como una carga que te impide ir más rápido, que te impide ir más cómodo.