Andar por el mundo con un pentagrama como camino, un acordeón como forma de ganarse la vida y un compañero para mitigar la fatiga, es una forma de vida en la que muchos de nosotros sucumbiríamos en la desesperación al tercer día. Acostumbrados a un salario, a una casa y unas rutinas establecidas. Acostumbrados a tener como meta la estabilidad del mundo que nos rodea e, igualmente, acostumbrados a que se nos hinche el ego cuando vemos lo que tenemos y lo comparamos con lo que otros tienen.
Efectivamente, yo tengo un ordenador y una casa, ellos no tienen fronteras.

1 comentario:
Qué excelentes palabras ...bien dicho!! ... Pero seguramente tambien debemos meditar que las fronteras nos las imponemos nosotros mismos, no por un salario y una estabilidad, debemos sucumbir a tener fronteras, ya que precisamente el punto es que las limitaciones no están dadas a nuestras formas de vida, sino a nuestras formas de mentes y espíritus.
Saludos
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