En esta ocasión, si he decidido escribir tras tanto tiempo sin hacerlo, es por un único motivo, por pedir perdón,
26 de julio de 2015
¡Los pies están hechos para bailar!
En esta ocasión, si he decidido escribir tras tanto tiempo sin hacerlo, es por un único motivo, por pedir perdón,
15 de marzo de 2014
M.
Doblaba a la derecha por las calles de piedra empinadas camino a la casa del artista. Sabía que no lo vería, pero podría ver su obra. Podría ver los colores sobre el frío cemento, sobre el polvoriento y viejo ladrillo. Podría escuchar las palmas de fondo, los cantores, las guitarras. Los gritos de la muerte que todavía rondaba en su cabeza. Los coros del ruido que todo lo inundaba. Ruido.
Comenzó a caminar muchos años atrás. Comenzó sin saber a dónde ir. Un día de invierno lo parieron y así se convirtió en uno más, uno más de los miles de millones que yerran por el mundo caminando, unas veces en línea recta, otras en círculos. Unas veces conscientes de la dirección y otras sin saber qué ocurrirá. Nunca tomaba decisiones sobre qué camino elegir, se dejaba llevar por algo que nunca entendió bien qué era, pero le hacía caso. Quizá eso sea la fe.
Pasó por múltiples calles, callejones, veredas de ríos, campos yermos y asfaltos de todos los tipos e idiomas. Recordaba ahora un paseo que le llevó a conocer a M. Caminó con él durante mucho tiempo. Compartieron risas y preocupaciones, compartieron vuelos altos y bajos. Descubrían juntos los límites de la locura, los límites de la adolescencia, ese punto en el que todo termina de estructurarse por dentro, ese punto en el que la sociedad comienza a cobrar su derecho de pernada. Ya vas siendo un hombre y has de aportar, has de devolver a tu tribu lo que te han entregado para que llegues hasta aquí.
M nunca soportó la presión, calló y cayó cada vez más bajo. La luz de su mirada y la brillantez de su cerebro se fueron volviendo oscuros y retorcidos, su apellido fue pesando cada vez más y, al final, renegó de todo. Renegar de todo es comenzar por renegar de uno mismo, creerse inferior al resto como si hubiese escalas, como si hubiese norte y sur en los puntos cardinales del ser humano. Esquizofrénicamente comenzó a odiar lo de fuera y a quedarse dentro, a oscuras en su mente, a oscuras en su inteligencia. El odio contra un enemigo ficticio fue haciéndose cada vez más grande, nunca lo aplacó pues nunca pudo enfrentarse a ese enemigo que no existía. Confundió la vida con su enemigo. Confundió crecer con demostrar. Confundimos caminos y no supo rectificar.
Ahora que andaba por calles similares se acordaba de M. Nunca más supo de él. Nunca más se vieron y cada cual siguió su camino, cada cual siguió andando. Uno en círculos el otro en línea recta y ninguno con rumbo. Se acordaba ahora de lo bueno que M. era resolviendo ecuaciones, derivando o integrando. Su capacidad matemática era por encima de la media. Su capacidad de entendimiento era por encima de la media, pero nunca llegó a comprender nada, como los grandes genios.
7 de enero de 2014
Caminante no hay camino...
La vida es un caminito que se camina en solitario
un caminito que nunca se sabe hacia dónde va
un trecho que has de recorrer pues para eso te pusieron en el mundo.
Decía aquel que el camino se hace al andar
que al volver la vista atrás se ve la senda
que nunca se ha de volver a pisar
Nunca se ha de volver a pisar la senda que se deja atrás
pero el recuerdo martillea constante
como las olas de un embravecido mar
tratando de inundar todo, tratando de no callar
No hace falta volver la vista atrás para recorrer de nuevo un camino
no hace falta desandar lo andado para sentir escalofríos
no es necesaria una tormenta para tener el alma embravecida
Y agradezco cada paso que he andado
agradezco cada gesto regalado
cada caricia que me han dado
cada mirada que he atrapado
Y agradezco que te hayas dejado
que hayas querido estar un rato a mi lado
en este camino incierto
es bonito sentirse amado
Decía el mismo en un retrato que se hizo
que al partir la última nave, esa que no ha de volver
lo encontrarían ligero de equipaje, casi desnudo
como los hijos del mar
Yo espero partir lleno de recuerdos, vacío de vacíos
yo espero partir lleno de caricias, de regalos en mi mente
poder volver la vista atrás y ver que di cuanto tuve, cuanto pude
espero me sepan perdonar si no fue suficiente
Y agradezco mi suerte y agradezco estar vivo
agradezco a mi gente, a los que ya murieron, a los que aun siguen vivos
intento andar sin dañar a quien se cruza conmigo
intento andar sin esperar que me ocurra lo mismo.
30 de septiembre de 2013
Faith
de esa conversación interior que baila entre siempre darte la razón cuando empiezas a enloquecer, o siempre negarte la ilusión cuando empiezas a decaer.
Andar miles de kilómetros al día por las calles de una ciudad que lleva años cambiando sin que te des cuenta. Que lleva años cambiándote sin que te enteres que todo cambió en el momento en que tu conversación dejó de fluir, tus palabras se atascaron y se fundieron con tus pensamientos.
Contar miles de chistes sin auditorio, guardando egoístamente la inteligencia de tu paranoia para ti, para tus caminos, para las veredas de tus ríos pobladas de amapolas cargadas de sedantes.
Soñar miles de sueños y matarlos al momento que abres los ojos y todo sigue ahí, con el reloj parado en la misma hora, con el tiempo esperando consumirse, consumirte. Dejar pasar todo, dejar que el humo se convierta en tu próxima morada.
Esperar, esperar una y otra vez que el reloj se ponga en marcha, que vuela a caminar y el blanco y negro de tus fotos adquiera color, suba el contraste y el bokeh de tus recuerdos aumente para centrar el foco en el presente, el presente que vendrá o que ya está aquí. El presente que emana esperanza para avanzar hacia el futuro.
En la iglesia lo llaman Fe. Así lo llamaré yo, pues Fe viene de lealtad, lealtad a la esperanza que si no perdí hace 15 años no perderé jamás. Lealtad a uno mismo, lealtad a la vida, lealtad a soñar, a contar chistes, a caminar, a avanzar día a día. Lealtad.
14 de septiembre de 2013
Playing alone
calles estrechas de aromas coloridos
todo lo que necesitas está en tu imaginación
cuando te quieras dar cuenta serán recuerdos perdidos
Te cruzas con gente que aparece en tu camino
no haces caso aunque quieran hablar contigo
la cuerda y el cartón son tus únicos amigos
la conversación esconde siempre intereses furtivos
Una cuerda y una caja de cartón
calles estrechas llenas de sonidos
todo lo que necesitas está en tu imaginación
cuando te quieras dar cuenta será tu peor enemigo
Vas creciendo y toca decidir
tomar decisiones que dibujen el camino
aun eres joven pero ya te apoyas en el vino
que difumina las líneas, que alterará tu destino.
Una cuerda y una caja de vino
mentes estrechas ensucian tu camino
todo lo que necesitas lo altera tu imaginación
no recuerdas nada, te quedaste dormido
Vas creciendo y toca compartir
adoptar posiciones, buscar asociaciones
aun eres joven pero te apoyas en el enemigo
cuando te quieras dar cuenta será tu más estrecho amigo
Una línea y una caja de vino
espejos brillantes que empolvan el camino
por más que buscas ya no encuentras tu imaginación
se volvió esquizofrénica en algún punto del camino
Vas madurando y ya no encuentras sentido
todo lo que soñaste, ahora se ha perdido
los sonidos, los colores, las calles
en vómitos se han convertido
Una cuerda y una caja de cartón
por dentro, un gran vacío
un puntapié, una última exhalación
dices adiós a la vida que has perdido.
1 de septiembre de 2013
Cuadernos
25 de febrero de 2011
Edades
16 de diciembre de 2010
Retrovisor
Conducir por el tortuoso camino de la vida mirando por el retrovisor es un claro síntoma de lentitud mental, queda claro pues que si uno no es capaz de asimilar la vida en tiempo real, mirando a través de la luna delantera mientras conduce, tendrá que asimilar la vida en retrospectiva, mirando hacia atrás y tratando de entender en diferido.
Conducir por el tortuoso camino de la vida mirando por el retrovisor es un claro síntoma de añoranza. Buscar en el pasado un refugio donde capear el presente; ese presente casi siempre extraño, huraño y escurridizo.
Conducir por el tortuoso camino de la vida mirando por el retrovisor es un claro síntoma de ceguera provocada, de que mirar hacia delante es absurdo, pues el camino nunca se muestra y el futuro es incierto, tan incierto como puede llegar a serlo el pasado.
Quizá el comenzar a utilizar el retrovisor es un síntoma de edad, de madurez. Quizá el intentar entender las cosas mirando hacia atrás sea una completa estupidez, pues los paisajes que se pintaron en el pasado los soñó otra persona, los proyecto otra mente que ahora busca su reflejo en el presente.
Quizá cuando más camino se recorre más se utiliza el retrovisor. Quizá cuando más se utiliza el retrovisor más riesgo se corre de perder el rumbo, de perder el presente, de perderse en la niebla de la confusión. Quizá los puntos de la vida sólo pueden unirse mirando hacia atrás. Quizá mirar hacia atrás es caminar con más seguridad hacia la incertidumbre del futuro ¿para qué mirar hacia delante si, en realidad el camino nunca se ve?
Quizá intentar entender el presente es como intentar memorizar cada detalle del camino, cada trazo de realidad, cada mota de polvo que remueve el bólido que conduces a siempre más de lo permito pero menos de lo exigido, devorando kilómetros de tiempo en cada parpadeo, devorando toneladas de entendimiento en cada curva, desvelando las noches con sus penetrantes faros, dejando sus huellas en el camino, en la memoria que es donde habita el eterno presente.
Quizá no se puede construir un presente sin entender el pasado.